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martes, 29 de marzo de 2016

Iglesia de Laodicea. La iglesia tibia.


                                        Iglesia de Laodicea. La iglesia tibia.

Apocalipsis 3:14-23.

Llegamos a la última iglesia en nuestro estudio, la iglesia de Laodicea, una iglesia que no recibe ningún alago del Señor. Una iglesia orgullosa y presumida de lo que había alcanzado materialmente sin darse cuenta que eran miserables.

Laodicea es una palabra compuesta que viene de un vocablo griego Laos que significa pueblo o muchedumbre, y la segunda es dike que significa derecho, entonces esta palabra literalmente es derechos de la muchedumbre o derechos humanos y a simple vista podríamos decir que es algo bueno, pero desafortunadamente hoy vemos que los derechos humanos están por encima de la palabra de Dios, en otras palabras lo que Dios dice no interesa primero es lo que el ser humano desea y cree. También significa el pueblo manda.

Laodicea es una ciudad próspera en la región gracias a su comercio. Estaba estratégicamente localizada en el encuentro de dos importantes rutas comerciales, la del este-oeste y la del norte-sur. Por esto, se convirtió en una ciudad banquera, donde se intercambiaba todo tipo de moneda. Además, era conocida por varias industrias, entre las cuales estaba la fabricación de prendas de lana negra al igual que un ungüento especial para los ojos hecho de rocas pulverizadas de la región. 

Este era un pueblo rico, orgulloso y autosuficiente…pero había algo que no tenían: agua. Ellos se vieron forzados a comprar agua de los pueblos vecinos, la cual era transportada a través de acueductos. A la ciudad de Hierapolis le compraban agua caliente, que provenía de fuentes termales; de Colosa provenían aguas frescas de manantiales. Los romanos construyeron acueductos que transportaban el agua. Para el tiempo en que el agua llegaba a Laodicea, ésta se volvía tibia. Pero no podían tomar el agua de inmediato, sino tenían que esperar que se enfriara, ya que si se tomaban tibia, podía producir náusea, no sólo debido a la temperatura sino también a los minerales que traía el agua. 
El Señor se presenta a esta iglesia como el Amen.
Amén” es una palabra hebrea que significa: seguridad, fidelidad, verdad. Cuando uno dice: “amen” es porque uno está seguro de algo, confirma que es verdad. En español se podría traducir como “¡Así es!”. 

2 Corintios 1:20
Jesús es el Amén. En él se cumplen todas las promesas de Dios. El las lleva a cabo y las lleva a su cumplimiento. 
Testigo fiel y verdadero
Proverbios 14:5
Jesús también se describe como el Testigo Fiel, él es quien siempre nos va a decir la verdad el no cambia de opinión solo porque a alguien no le guste lo que él está diciendo. Él es verdadero, él es verdad no ahí mentira en él, debemos tener por seguro que él siempre nos va hablar con verdad.
Jesús habla la verdad, tal y como es. No se deja llevar por la opinión de los hombres ni se deja impresionar por las apariencias. El conoce la verdad completa, y da testimonio de ella. 
El Testigo fiel habló la verdad, “sin pelos en la lengua”. La iglesia necesita oír la verdad, porque esa es la única forma de reaccionar y tomar acción, antes que sea demasiado tarde. 

Principio de la creación
Jesús también se presenta a esta iglesia como “el Principio de la Creación de Dios”. 

Esto no quiere decir que fue creado de primero, pues Él es Dios; más bien significa que Él estuvo a cargo de la creación. La palabra que se traduce como “principio”, en griego es “arke”, que también quiere decir: jefe, gobernante, principado, poder, dominio.
Jesús es Creador y el Sustentador de todo. Él es quien tiene el poder sobre todas las cosas y sobre todo poder y dominio. Esto es algo que debían entender los creyentes de Laodicea, ya que ellos se creían autosuficientes. Debían reconocer no sólo que dependían de Dios, sino que Él tiene la autoridad. 
CONFORMIDAD
La crítica principal que el Señor hace a la iglesia de Laodicea es su conformidad, su tibieza. 
Los habitantes de esta ciudad sabían perfectamente el efecto negativo que tenían las aguas tibias para quien las tomaban, ya que ellos compraban agua que provenía de fuentes termales del pueblo vecino. 

Es una iglesia complaciente, que se conforma con el estado en el que está. Jesús les dice que sería mejor que estuvieran “fríos”, porque así por lo menos se darían cuenta de su necesidad. Pero si se creen que están bien, no hay esperanza de que cambien. 
UNA IGLESIA RICA, PERO POBRE
Así como la ciudad de Laodicea, también la iglesia del lugar era rica. Con sus muchos recursos hicieron planes y programas, pero no tomaron en cuenta a Dios, y lo dejaron afuera. 

Dios quiere que sus hijos sean prósperos en todo. Sin embargo, existe un peligro cuando se crece en prosperidad material, pero no prosperidad espiritual a la misma vez. Esto es lo que Dios advirtió a los israelitas antes de entrar a la Tierra Prometida:
(Deuteronomio 8:17-18) 

La prosperidad material debe ir de la mano con la espiritual.
(3 Juan 1:2) 

Si la riqueza material se convierte en el objetivo de la vida, entonces perdemos la perspectiva de lo que es verdaderamente importante: Dios. Esto es lo que le sucedió a la iglesia de Laodicea. 

La iglesia de Laodicea se creía “rica”, pero en realidad eran muy pobre. No estaba con ellos el Señor. Lo dejaron fuera, y Él tuvo que llegar a tocar la puerta. 


CIEGOS Y DESNUDOS
El Señor también describe a la iglesia como “ciega y desnuda”. Esta descripción tuvo que pegarles fuerte a los creyentes de Laodicea, ya que era algo que creían tener. 

Con anterioridad mencionamos que Laodicea era famosa por un colirio fabricado localmente, el cual curaba enfermedades de los ojos. Por lo tanto, la ceguera estaba lejos de ser una preocupación para ellos. Tampoco creían estar desnudos porque en esta ciudad fabricaban vestimentas de lana. 

Pero así como estaban pobres espiritualmente, también eran ciegos y desnudos espiritualmente. Eran ciegos porque no podían ver la realidad de Dios ni el ámbito espiritual. Estaban desnudos espiritualmente porque estaban vestidos de obras propias, pero no de la justicia de Dios.

Pedro describe la ceguera como la carencia de las virtudes espirituales. 

2 Pedro 1:5-9

Los creyentes de Laodicea eran pobres, ciegos y desnudos espiritualmente. Eran ciegos porque no habían permitido que las virtudes del Espíritu Santo transformaran su carácter. Su falta de virtud se hacía evidente “en la calle”, y así quedaban desnudos, quedando su pobreza espiritual expuesta ante todos. Pero para evitar esto, el Señor les aconsejó hacerse tesoro espiritual. 

La iglesia de Laodicea creía tenerlo todo, pero en un sentido espiritual no tenían mucho. Habían creído en Jesús como su Salvador, pero no como su Señor. Eran salvos, pero no habían permitido que sus vidas fueran transformadas a la imagen de Jesucristo. Pablo lo explica de la siguiente manera:
1 Corintios 3:11-15

Lo que deben obtener es:

Oro refinado
El oro refinado no se obtiene con facilidad. Primero se excava y se saca de la mina. Luego se limpia y se refina pasándolo por fuego. 

El oro en la Biblia representa lo divino. Puede representar nuestra fe en Dios, la cual puede ser puesta a prueba. Es fácil tener fe en Dios “en las buenas, pero, ¿sigues creyendo en Él también ante las pruebas y aflicciones? 

Nosotros podemos poner a prueba nuestra fe en la vida diaria, o esperar a que sea puesta a prueba en la tribulación final. Pero es mejor hacerlo antes, para que descubramos si nuestra fe en Dios es real y profunda, o si es sólo de labios—si en lugar de oro es paja. 

Vestiduras blancas
En Laodicea se fabricaban vestimentas hechas de lana negra. Pero el Señor les ofrecía algo mejor: vestiduras blancas, finas y suaves. 

Más adelante en Apocalipsis vemos que las vestiduras se emblanquecen con la sangre del Cordero. 
Apocalipsis 7:13-14  

Luego de recibir la justificación como regalo del Señor, debemos comenzar a vivir con un buen testimonio, como es digno de los hijos de Dios.

El Señor también dice:
Apocalipsis 16:15

Colirio para los ojos

Los creyentes en Laodicea tenían ceguera espiritual. No es que fueran ciegos, sino que veían borroso. No veían las cosas desde la perspectiva espiritual. La línea entre lo bueno y lo malo estaba borrosa. 


Parte importante de la ceguera es no reconocer que uno necesita más de Dios. 

Si uno cree que ya está bien, no pedirá que esos “puntos ciegos” que no podemos ver (pero los demás sí) nos sean revelados para poder sanarlos.

Juan también dice que el ciego es el que no ama al prójimo.
1 Juan 2:9-11

La medicina para la ceguera espiritual es el colirio: es reconocer que necesitamos transformarnos a la imagen del Señor. Necesitamos amor y los demás dones del Espíritu. 

¿Dónde podemos comprar ese oro refinado, las vestiduras blancas y el colirio? 
El Señor dice: “te aconsejo que lo compres de mí” (3:18).

¿Cómo podemos comprarlo? ¿Con qué dinero? 
(Isaías 55:1-3)  

Jesús no espera que seamos ricos, pero sí espera que tengamos hambre y sed de Él. No espera que seamos “perfectos”, pero sí que seamos honestos y reconozcamos nuestra condición, pues sólo así podremos cambiar y estar abiertos para recibir Su ayuda. 

¿Quién busca ir a la mesa? Es quien tiene hambre y sed. La iglesia de Laodicea creían que lo tenían todo, pero no tenían lo más importante—el Señor no estaba allí. 


LLAMO A LA PUERTA

Ya habíamos mencionado que Jesús estaba fuera de la iglesia de Laodicea. Poco a poco lo sacaron, tal vez sin darse cuenta. Lo desplazaron, lo hicieron a un lado, y armaron planes sin tomarlo en cuenta. 

Aun así, Jesús no se olvidó de ellos. Tocó a la puerta y los llamó; los invitó antes que fuera demasiado tarde. 
Apocalipsis 3:20-22  

Sentarse a comer en la misma mesa implica tener compañerismo cercano. En tiempos antiguos, la gente no invitaba a comer a su casa a cualquiera, sino sólo lo hacía en la familia y con los amigos de confianza o con aquellos con que hubieran hecho un pacto o alianza. 

Jesús no quiere mantener una relación lejana e indiferente con su iglesia. Él desea tener una relación cercana e íntima con nosotros. Mientras más lo conozcamos, más lo amaremos. 

El desea y necesita entrar en todo nuestro ser para así mismo poder obrar desde adentro hacia afuera.


AL VENCEDOR
La promesa para el vencedor es sentarse junto al trono del Señor. 
Apocalipsis 3:21 

Jesús nos invita a sentarnos a su derecha, como la Novia, la Esposa del Rey, la corregente. 

Las señales de los tiempos apuntan a que el Señor está pronto por venir.  Preparémonos.  Abramos la puerta al Señor, y desarrollemos una relación más cercana con Él.  
Isaías 55:6-7

Que el Señor todopoderoso nos bendiga cada día de nuestras vidas para avanzar y crecer en lo que él desea para nosotros, que permitamos que el crezca en nosotros para así cumplir el propósito que el mismo nos ha trazado.

Iglesia Cielo Nuevo y Tierra Nueva.


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