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lunes, 25 de enero de 2016

SANANDO MIS AGUAS.

                            SANANDO MIS AGUAS.

2 de reyes 2:19-22

En este pasaje Elíseo acaba de suceder a Elías. Podemos ver como después de cierto tiempo de estar con su maestro ahora le toca enfrentar las cosas solo a él, pues ya Elías no estaba con El. Recordemos que Elías acaba de ser arrebatado y el manto de El profeta ahora reposa sobre el joven Elíseo.

En esta escritura podemos ver que se presenta un problema con las aguas de la ciudad. El lugar donde está la ciudad es bueno, pero las aguas son malas y la tierra estéril. No hay productividad en dicha ciudad, ya que el agua está sin poder usarse como se debiera, la tierra no produce fruto porque no es regada con agua que la ayude a ser fértil.

El hombre de Dios da una orden a los habitantes de la ciudad, pide que le traigan una vasija nueva y que le pongan sal dentro de ella. Miremos que Dios nos quiere hablar, este es un diseño que Dios nos da en su palabra para sanar toda una ciudad, sanando las aguas se sana una ciudad completa.

Ahora entendamos que el agua es un recurso espiritual, una de las cosas que la ciencia no puede crear es agua, este es un recurso espiritual, óseo que esta ciudad estaba teniendo no solo un problema físico, sino que también está teniendo un problema espiritual que quizás no han visto. El texto nos habla que esta tierra era improductiva, no se podía sembrar allí a causa del agua que la regaba.

Le acabe de decir que el agua es algo espiritual, y que es necesario que esta agua sea sanada para poder tener fruto. Entonces es un diseño para sanar una ciudad, pero para sanar una ciudad primero debo sanar mi casa, y para sanar mi casa primero debo sanar mi vida. Entonces utilicemos este diseño para nosotros en forma personal.

¿Qué quiere decir que las aguas son malas? Aguas malas son aquellas que están contaminadas, que tienen algún componente que las ha dañado. Para nadie es un secreto que el ser humano es un 75 por ciento agua,  y si el agua es quien da productividad debo saber cómo está mi agua. ¿Cómo está tu agua? En ti hay amargura, rencor, dolor, falsedad, engaño, altivez, mentira, resentimiento, envidia, orgullo, incredulidad, practicas alguna clase de pecado, maltratas tus hijos, tu esposa, tu esposo, humillas, pues te tengo una noticia. Tus aguas están malas. Y hoy necesitas sanarlas.

Volvamos al texto verso 20. Lo primero que el pide es una vasija nueva. NUEVA.  No usada, él quiere que sea algo que no se ha usado antes, y que quiere decir esto, muy sencillo llevándolo a nosotros como personas él quiere una vasija nueva, una persona lista y dispuesta a dejar todo argumento y estructura pasada. Un hombre y una mujer que cambien su forma de pensar que estén dispuestos a empezar a trabajar para que todo cambie, es necesario deshacer toda estructura mental, toda estructura que lo único que nos ha hecho daño, quitar el machismo, la arrogancia, la incredulidad, la auto compasión, el egocentrismo. Mis hermanos no permitamos que estructuras dañinas sigan creciendo en nosotros. Se requiere de una vasija NUEVA. ¿Cuantos quieren estrenar hoy? Que buena oportunidad para cambiar su vasija. Retese a empezar a dejar todo lo que no sirve ni suma en su vida.

Lo segundo que el profeta pide es que le echen sal a la vasija.

Necesitamos de la sal en nuestra vida.
Siempre hemos hablado de que nosotros somos las al de la tierra y obvio que es así la palabra lo dice, pero quiero que hoy tomemos como referencia a Jesús, él es la sal, a fin de cuentas él fue quien vino a dar salvación y así mismo preservar lo que había ganado.

Entonces la vasija necesita sal dentro, nosotros necesitamos de esa sal dentro, a Jesús y toda su obra debe manifestarse en nosotros.

Ahora hablemos de la sal, es un elemento que es conocido y usado por todas las culturas de la tierra, durante todas las generaciones este elemento ha hecho parte de las culturas.
La sal era usada como un elemento para pagar a los acreedores.
La sal preserva, no es un secreto que para preservar alguna carne solo es echar una buena cantidad de sal y esta no se va a dañar.
La sal irrita, si cae sal en una herida esta hace que el dolor sea fuerte, ahora dejemos claro que la sal no causo la herida, si la palabra que Cristo nos da nos irrita eso quiere decir que está causando el efecto debido. Este es un mensaje que puede irritar su vida, porque está siendo expuesto a un espejo y pues se nos ven las imperfecciones, en muchas ocasiones Cristo vino a irritar a los demás a sacar a la luz lo que estaba mal.
La sal produce sed. Cuando nos comemos algo pasado de sal es necesario ingerir bastante líquido para contrarrestar la sal, Cristo en nosotros debe causar sed de Él, de todo a lo que él le agrada, de su justicia, de su paz, de su amor, no podemos ser creyentes solo de palabra debe ser de acción, y dar mucho fruto.
La sal da sabor, debes permitir que Cristo quite toda insipidez de tu vida, tu que no le ves sentido a la vida, tu que no le ves color, permite que Cristo traiga todo eso a tu vida, el desea que tengas paz y gozo, un creyente sin sabor no ama, no consiente, no abraza, poco sonríe, le parece cursi decir palabras de cariño. La sal da sabor pero también puede perder su sabor, ¿porque puede perder su sabor? Las impurezas, la humedad. El pecado, la rebelión, la iniquidad hace que la sal pierda su sabor.
 Podemos ver lo importante de la sal para sanar las aguas, recuerde Jesús dijo que usted es la sal de la tierra, y todo esto que le mostré enfatizándolo en él es algo que usted debe ser para los demás.

Verso 21. Lo siguiente que se hace es una acción. SALIENDO. Moviéndose, actuando, ejecutando el plan. Mis queridos hermanos podemos tener un odre nuevo, llenarlo de sal pero no va a servir si no actuamos, si no nos movemos hacia lo que Dios quiere que hagamos, muévase a dejar el rencor, muévase a dejar la contienda, muévase a pedir perdón, muévase a quitar la ira, muévase a quitar el machismo, muévase a quitar la pasividad, muévase a creerle a Dios, muévase a sanar sus aguas, muévase a alinearse con Dios. Si este hombre no se hubiese movido no hubiese ocurrido un milagro. Muchos quieren cambios pero pocos quieren actuar y dejar todo lo que impide el milagro, muchos quieren cambios pero pocos quieren dejar los malos hábitos, actué y vera a Dios en acción.

Lo siguiente que hace el profeta es ir a los manantiales, que son los manantiales en este texto es el lugar donde nacen las aguas, él no se quedó mirando las aguas malas, él fue a mirar donde se originó el problema, pues allí era donde lo va a solucionar.
Mis hermanos esto es una gran lección, es necesario que hoy dejen de mirar tanto el problema, mejor vayan a donde se originó el problema y allí lo van a poder solucionar, dejen de huirle a enfrentar el origen, llego la hora de ir de frente en contra de todo aquello que no me deja crecer y avanzar en Dios. Con su nuevo odre y lleno de sal, va a ganar la pelea y sus aguas se sanaran. Y si usted como persona sana sus aguas podrá sanar las aguas de su familia, y por ende las aguas de la ciudad.
Dice la palabra que desde ese día hasta hoy esas aguas no se han vuelto a dañar, siguen siendo buenas y productivas. Que eso digan de usted mi hermano. Si se sana el agua, la tierra se vuelve fértil.

Cambiemos de vasija, llenémonos de sal, actuemos, y vayamos a él origen.
Son principios espirituales que debemos aplicar a nuestra vida.


Iglesia Cielo Nuevo y Tierra Nueva.

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